Leaf Huella de Carbono

La Huella de Carbono como herramienta de gestión y comunicación

El cambio climático es uno de los desafíos más grandes a encarar a nivel global. Todos somos parte de la solución, y por eso es muy importante contar con herramientas que faciliten la gestión y comunicación de una estrategia climática. Todas las empresas, independientemente de tamaño y sector, pueden hacer la diferencia.

Luego de más de 30 años de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), se pueden observar diferentes drivers para la acción. Entre ellos, y el más importante: las evidencias que confirman que el cambio climático global se acelera por causas antrópicas. Este es un hecho indiscutible.

Por su parte, el Acuerdo de París -a partir del cual sus países signatarios se comprometen a implementar estrategias de reducción de emisiones-, cada vez propone más elementos normativos tanto a nivel nacional como local devenidos de la necesidad de cumplir con las metas del Acuerdo (contribuciones nacionales determinadas -NDCs, por sus siglas en inglés-); y, por último, consumidores que demandan productos bajos en carbono, clientes que comienzan a exigir a sus proveedores que gestionen sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) o bien regulaciones a operaciones entre activos y empresas.

El primer paso para definir una estrategia climática robusta es saber de dónde partimos, es decir, conocer la Huella de Carbono que generamos o venimos generando producto de nuestras actividades. Conocer o calcular la Huella de Carbono implica identificar, por un lado, las fuentes de emisión de gases de efecto invernadero directas, asociadas a las actividades, sobre las que se tiene control; y, por otro lado, aquellas fuentes de emisión indirectas sobre las cuales podemos tener influencia pero no control, como por ejemplo las emisiones de nuestros proveedores o clientes.

Las fuentes de emisión directas son aquellas que usualmente denominamos de Alcance 1 mientras que las indirectas por compra de energía son las denominadas de Alcance 2. Y todas las otras fuentes de emisión indirectas son las denominadas de Alcance 3. Luego existen diferentes elementos normativos, como por ejemplo la norma ISO14064-1, que complementan esta clasificación definiendo categorías específicas.

Luego de identificar las fuentes de emisión y conociendo los datos de actividad con los que se dispone (por ejemplo, consumos, distancias, potencia, horas de uso, etcétera), se elige el mejor método de cuantificación siguiendo metodologías internacionalmente aceptadas. Estas metodologías permiten conocer la cantidad de gases de efecto invernadero que generan cada una de las actividades del negocio o actividad. La cantidad de gases de efecto invernadero calculada reflejará el potencial de impacto sobre el cambio climático. Por su parte, dicho potencial de impacto se puede vincular con el tipo de actividad mediante indicadores, como por ejemplo la intensidad de carbono, ya sea a nivel de la organización/negocio o a nivel de cada uno de los productos (ya sean bienes o servicios).

A la vez, el análisis de este indicador se puede realizar en distintos niveles:

  • Por tipo de fuente de emisión, por ejemplo aquellas emisiones vinculadas con la quema estacionaria de combustible, pérdidas de gases refrigerantes, entre otras.
  • Por sector (producción, logística, etcétera).
  • Unidad de negocio.
  • Sitios.
  • Etapas del ciclo de vida (upstream, core, downstream).

Al analizar la intensidad de carbono desagregada se cuenta con información para estudiar la posibilidad de reducir emisiones mediante actividades específicas enmarcadas como proyectos de reducción de emisiones y definir un camino a seguir o una estrategia climática. Al momento de definir una estrategia climática, cada organización tendrá un horizonte que refleje el compromiso asumido para la reducción de emisiones. Este compromiso se denomina meta de reducción. Las metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero se pueden definir, por ejemplo, en base a los objetivos climáticos de no superar en 1,5°C o 2°C la temperatura del planeta respecto a la era preindustrial, con base en la metodología de Science Based Targets.

A su vez, dichas metas de reducción requerirán de la definición de acciones o proyectos de reducción de emisiones a partir de los cuales se buscará alcanzarlas.

De esta manera, se podrá realizar un seguimiento o monitoreo de la Huella de Carbono buscando conocer el impacto de dichas actividades o proyectos en términos de mitigación del Cambio Climático.

Gestionando la Huella de Carbono e identificando potenciales fuentes de reducción se pueden programar potenciales ahorros, principalmente asociados a minimizar consumos de recursos energéticos, materiales y materias primas, impactando positivamente no solamente puertas adentro sino a lo largo de la cadena de valor.

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